Recientemente, Ilya Sutskever, uno de los cofundadores de OpenAI y antiguo miembro de la junta directiva, ha dimitido. Sutskever era padrino de un departamento de seguridad sobre la IA que ha acabado cerrando. Uno de los empleados de este departamento publicó en Twitter su decepción, explicando que la dirección de la empresa, impaciente por avanzar rápido, acabó dejando sin recursos un equipo de seguridad que abogaba por un enfoque más cauteloso (y que contaba con un 20% de potencia de computación de OpenAI para su investigación).
Esto ha traído una ristra importante de noticias alarmantes sobre una empresa que va a toda máquina hacia la Inteligencia Artificial General (en adelante AGI) sin mirar atrás ni tener en cuenta la seguridad, con el foco en la figura de Sam Altman. En parte se lo tiene merecido: lleva dos años hablando de forma alarmante y grandilocuente sobre la IA para meter miedo a los reguladores y perjudicar a los actores entrantes, sobre todo los LLM open source. Que por las noticias de estos días haya gente pensando que la humanidad está en riesgo, también es culpa suya.
Pensé que estas narrativas apocalípticas habían muerto el año pasado, pero aquí vuelven, aún más desconectadas de la realidad, porque el escenario ha cambiado mucho, en mi opinión.
Me centraré en dos puntos principales.
El primero es que la mística que había hace un año de la AGI a la vuelta de la esquina o de Skynet encerrado en algún sótano de OpenAI se ha derrumbado porque los límites de la escala han constreñido el crecimiento y evolución de los LLM. OpenAI lleva más de un año sudando sangre para que GPT4 sea tan poco costoso computacionalmente como su modelo predecesor, y aún logrando progresos notables, sigue sin haberlo conseguido. Y la IA aún tiene mucho que crecer en cuota de mercado, con lo que reducir el consumo es vital. Incluso siguiendo la fantasía de que crearan a Skynet, no lo podrían desplegar. Los LLM se están volviendo commodities mundanos y predecibles que necesitan de un lento y laborioso proceso de optimización para progresar. Habrá que ver el salto que se da con GPT5, pero será un modelo caro del que (incluso pagando suscripción) apenas podremos usar escasas consultas cada X horas. Eventualmente se optimizará. Pero hay que abandonar esa idea de que todos los años van a ser como el paso de 2021 a 2022, cuando apareció ChatGPT.
Los peligros de los LLM son evidentes, como la desinformación, la suplantación o el impacto en determinados empleos, pero esa lista apenas ha cambiado en dos años, y ya no justifica que un departamento así se lleve el 20% de computación de una empresa del tamaño de la OpenAI actual, algo que tampoco sucede en ninguna empresa competidora. Tanto la grandilocuencia como los temores consiguientes hacia el avance a la AGI no se basa en la realidad del desarrollo de los LLM, sino en el lenguaje de marketing que a menudo viene de la propia empresa.
Lo que nos lleva al segundo punto. Hace un año, la mística de la AGI gravitaba en torno a OpenAI, que estaba muy por encima de la competencia. Era la única "voz autorizada" para hablar sobre lo que depararía la IA. Esto también ha cambiado: su victoria sobre los modelos de código abierto es cada vez más pírrica, y modelos competidores como Claude Opus son manifiestamente superiores en algunos aspectos. Así que OpenAI ya no es el medium que nos habla desde el futuro. Es una figura muy importante en el actual ecosistema de IA, pero eso, una.
Algo parecido se puede decir del foco sobre Sam Altman. Hay quien proyecta la salida de Sutskever y de algunos miembros de este departamento como un cisma dentro de la OpenAI actual. Si es un cisma, se produjo hace seis meses, no ahora, y se resolvió agrandando el consejo de administración de OpenAI con mucha más gente, personas con experiencia en distintos ámbitos organizativos estatales o de grandes empresas y organizaciones. El avance de OpenAI está más vigilado que nunca desde dentro. Altman fue temporalmente apartado y tras una investigación interna se le restituyó.
Lo de estos días es simple y llanamente el último estertor de aquel drama otoñal.
Recordemos qué es OpenAI a día de hoy: una empresa mediana en su campo, que desarrolla distintos modelos de IA generativa punteros y herramientas basadas en ellos, que ha perdido mucha ventaja competitiva respecto a las multinacionales con las que compite, y que ahora mismo necesita que la gente siga creyendo que son el corredor que lleva la antorcha que prenderá la AGI.
Recapitulando: el relato actual de que OpenAI tiene o va a tener a Skynet en el sótano listo para ser soltado por una sola persona impaciente (Sam Altman), es falso en todos los puntos. Ni los LLM van de eso, ni parece que vayan a hacerlo por un tiempo, ni Sam Altman es quien único lleva la batuta en OpenAI, ni OpenAI tampoco es la única que tiene algo que decir sobre el avance de la IA, aunque le beneficie ser vista así.
Así que,
Keep calm and avoid drama.